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Miércoles 16 de Noviembre de 2011 09:37

La tecnología en el reciclado de basura

Con la cultura de lo descartable hemos entrado en un sistema de consumo imparable que nos lleva a comprar y comprar más, para luego, descartar todo lo adquirido. Los recursos son ilimitados y también el espacio para acomodar toda esa basura que producimos. ¿Cuál es la solución?.

Durante los últimos sesenta o setenta años podemos afirmar que los seres humanos nos hemos convertido en expertos productores de basura. La basura no es algo nuevo, la arqueología tiene una rama especial que estudia los desechos que generaban nuestros antepasados hace cientos y miles de años. Pero actualmente, con la cultura de lo descartable, del “me ahorro tiempo, dinero y no lavo” y tiro todo, hemos entrado en un sistema de consumo imparable que nos lleva a comprar y comprar más, para luego, descartar todo lo adquirido. El sistema nos empuja indefectiblemente al colapso total, ya que ni los recursos son ilimitados ni tampoco el espacio para acomodar toda esa basura que producimos. ¿Cuál es la solución? Crear un sistema circular, es decir, reciclar.

En Argentina producimos 12 millones de toneladas de basura por año y tenemos 40.117.096 de habitantes. Estados Unidos, con 308 millones de habitantes, produce 132 millones de toneladas de basura cada año. Ahora que el planeta ha llegado a una población total de 7 mil millones de habitantes debemos pensar en esos millones de toneladas de basura. ¿Cuánto se recicla?

Aquí, en el país, si bien se está avanzando en el asunto, no hay una medida generalizada apuntada al reciclaje de la basura. En Estados Unidos se recicla el 30 por ciento, en Austria el 60 y en Grecia, con la que tanto disfrutan los medios de compararnos hoy en día, un 10 por ciento. La Unión Europea apunta a llegar a un 50 por ciento como mínimo de reciclado.

Hay muchas tecnologías y sistemas por medio de los cual podemos reciclar y reutilizar la basura, para dejar de ser un sistema lineal y funcionar circularmente. No sólo se trata de reciclar, sino también de reducir. Alemania, que es el líder mundial en reducción de basura, ha logrado disminuir un millón de toneladas de basura al año mediante una estricta reglamentación.

No necesitamos solo de prohibiciones sino también de lecciones y educación. Así, mientras la gente aprende a generar menos basura, la tecnología y la ciencia pueden ayudarnos a moderar la cantidad que va directo al basural. Un ejemplo tecnológico es RFID que ya lleva varios años en el mercado, pero que se ha potenciado en el sector del manejo de basura en los últimos cinco.

RFID (Radio-frequency identification) es un sistema de identificación por radiofrecuencia que trabaja con etiquetas que pueden ser rastreadas. En el caso del manejo de los residuos, se coloca esa etiqueta en un tacho de basura y un lector de RFID en el camión de residuos. De este modo se puede saber cuándo y dónde se está recolectando la basura. El sistema permite trazar una ruta con el recorrido y conocer cuánta basura produce cada sector de la ciudad. Se diferencian los cubos de basura entre los que son para material reciclable y los que no, permitiendo un avanzado control sobre las áreas que reciclan más que otras.

En estos casos, lo que puede aportar el sistema de RFID es una forma de analizar la recolección y mejorarla con estadísticas. En zonas donde se recicla poco, la ciudad puede investigar por qué esto sucede y crear programas informativos para lograr mayor participación y concientización. RFID se utiliza en 44 ciudades de Estados Unidos, por ejemplo en Los Ángeles.

Otro sistema útil y que bien podría ir a la par del RFID es el “paga por lo que tiras”. Este sistema se aplica a los cubos de basura particulares, no a los que se ven en Buenos Aires, sino a los que acumulan la basura por cuadra. Se pesa y se cobra un precio por kilo de basura, incentivando la minimización de la producción de desechos. Es una estrategia muy interesante, aptas para zonas residenciales poco densas, ya que resultaría casi imposible distinguir los propietarios de la basura en una cuadra con varios edificios. El “paga por lo que tiras” se utiliza en Estados Unidos y en Holanda.

Otra forma de recolectar información es la que están experimentando en la Universidad de Georgia, Estados Unidos. A través del sitio web WeRecycle muestran cuánto y dónde se recicla. Partieron de la hipótesis de que no todos guardan una botella de plástico hasta poder arrojarla en un cubo especial de reciclado. Para prevenir este mal hábito y medir dónde es mejor ubicar los contenedores de reciclado, instalaron en cada cubo lectores GPS que envían señales indicando cuántas botellas han sido arrojadas en una zona específica.

Toda la información es publicada en su sitio de internet, y así, uno puede ver en el mapa online dónde están los tarros de basura más accesibles con un índice de reciclaje de cada uno. Tienen también una aplicación de Android para poder encontrar los cestos de basura y reciclaje más cercanos.

Hay muchas soluciones, ninguna es la perfecta pero todas pueden trabajar codo a codo para poder reducir la basura que generamos. Debemos dejar de contaminar el medio ambiente y amenazar los recursos naturales. Necesitamos hacer de nuestro planeta un mejor lugar en donde vivir.

Fuente: La Nación