Cargando
Lunes 22 de Febrero de 2016 09:00

La difícil adaptación al jardín de infantes

El jardín abre las puertas de un nuevo mundo ya que supone el contacto con ajenos a la familia.

Despertarse más temprano, partir de casa todas las mañanas o las tardes y dejar de ser el “rey de la casa” para entrar en permanente contacto con otros chicos son sólo algunos de los desafíos que enfrenta el bebé cuando comienza a asistir a un jardín de infantes.

Los padres, por su parte, no sólo deben adaptarse a esta nueva situación, sino que sienten la enorme responsabilidad de tener que elegir cuál es el mejor lugar para reemplazar por unas horas su hogar.

De acuerdo con UNICEF: “El jardín cumple una función muy importante en el desarrollo del niño, ya que completa la acción educadora de la familia. En el jardín, los chicos aprenden a compartir con otros, a conocer sus posibilidades y limitaciones, enriquecen su lenguaje, incorporan hábitos, etc. Y todo eso es sumamente beneficioso para su vida y su futuro desempeño en la escuela”.

La Famosa Adaptación

El comenzar el jardín supone la adaptación del niño a este nuevo ambiente. Para la adaptación no existe una receta mágica, ni un manual de instrucciones que podamos aplicar. Teniendo en cuenta que cada niño es diferente y que son sus papás quienes lo conocen mejor, la adaptación no será un hecho que se dé de un día para el otro, sino un proceso gradual y progresivo, a veces con altibajos y que, además, puede durar semanas. Es una situación activa llena de emociones, miedos, ansiedad, dudas y deseos que se dan simultáneamente. Para el chico supone un mundo lleno de incertidumbres. Por un lado está el deseo de rodearse y conocer compañeritos y, por el otro, el temor a separarse de mamá, papá, una abuela o alguna persona de su confianza.

La Lic. María Elena Manso, psicopedagoga clínica, afirma: “El inicio del jardín siempre supone el primer contacto de socialización, el momento en que por lo general el niño sale por primera vez del núcleo familiar. Allí empezarán las pautas y las normas. Un niño a los 20 meses es totalmente egocéntrico (no por egoísta sino porque necesariamente se encuentra centrado en sus propias necesidades desde el punto de vista psicológico) y la situación del jardín lo obliga a aprender a compartir. A esta edad, los chicos quieren todo para ellos, lo que a veces puede dificultar la convivencia armoniosa con otros. Y no es raro que se generen peleas y llantos en el grupo”.

Pero no todos los niños se adaptan de igual manera y al mismo tiempo. “Si hablamos de un niño de 20 meses, la adaptación no será de menos de dos o tres semanas hasta que se habitúe al ritmo. El que va a dar la pauta es el mismo chico, por lo que, como padres, debemos estar muy atentos a las señales que nos manda. Si se angustia, llora más de lo común, se enferma o da trabajo para comer es señal de que el chico no está bien y puede generarse un efecto no deseado, que es el de la sobreadaptación”, explica la psicopedagoga y agrega: “Esto significa que el chico se termina adaptando por fuerza pero sin disfrutar de la nueva actividad. Por eso hay que ser extremadamente cuidadosos porque la primera adaptación al jardín supone la matriz de la relación futura del niño con el aprendizaje”, concluye. En estos casos, lo que se aconseja es que el período de adaptación se prolongue hasta que se lo vea bien. Naturalmente sin experiencia previa es muy difícil para una madre saber si su hijo se está adaptando bien al jardín, por eso es tan importante confiar en la experiencia de la maestra y de la institución elegida.

Manuela y Agustín son papás de María, de dos años, que empezó el jardín hace sólo unos meses: “María es súper sociable, pero le costó adaptarse al hecho de tener que compartir permanentemente con otros. Al no tener hermanitos, me parece que no estaba obligada a hacerse un lugar –afirma Agustín- Al principio hacía unos berrinches terribles, pero ahora está muy contenta de ir al jardín todos los días, parece que lo disfruta y se hizo varios amiguitos”, cuenta orgulloso.

Algunas pautas para tener en cuenta para favorecer la adaptación los primeros días:

- Lo primero que hay que hacer es acompañarlo a recorrer el ambiente físico del jardín para que no le resulte extraño cuando se quede solo. El baño, el bebedero, la salita.

- También es importante que conozca con tiempo a la maestra para que se familiarice con ella.

- Si el chico se separa de sus padres por primera vez, durante un tiempo necesitará que se lo tranquilice más que a un niño mayor o más experimentado.

- Se lo deberá preparar para “el gran día” y hablar de la experiencia del jardín como muy positiva.

- Durante los primeros días sería conveniente que papá o mamá se queden en la sala o fuera de ella pero a la vista del chico, para que el bebé se adapte al juego. Esta graduación (tiempo dentro de la sala, tiempo fuera) la supervisa y dirige cada maestra en función de su experiencia, de las directivas de la institución en la que trabaja y en función del proceso de todo el grupo de niños que tiene a su cargo.

- Conviene reforzar al niño que se lo volverá a buscar sin falta.

- A la hora de la adaptación, también puede ser útil que se le permita asistir al jardín con algún juguete o su mantita preferida, como forma de llevar al ambiente nuevo un elemento conocido. Esto debe ser consultado con las maestras, porque muchas no favorecen esta práctica ya que puede incitar a las peleas por juguetes entre los niños.

Una vez concluida la fase de adaptación, las despedidas de los padres cuando dejan a su hijo en la sala deben ser firmes, alegres y breves. Hay que evitar algo que Ana, maestra jardinera, marca como un error por parte de los padres y que confunde a los chicos: “Son muchos los padres que hacen sus despedidas demasiado largas. Vacilan, vuelven para otro beso más. El niño dice: ´Eh, tampoco mamá quiere dejarme aquí´. Los papás deben demostrar una confianza que indique: ´Te estoy dejando en un buen lugar´”.

Conviene tener presente que cuando llega la etapa del jardín no es sólo el chico el que deberá afrontar el cambio. Para los papás también supone un cambio y una adaptación. Si la hacen juntos, dialogando en familia y hablando de las sensaciones que esto les genera, el margen para la angustia será mucho menor y las posibilidades de éxito se incrementarán notablemente.

Fuente: materna.com.ar